Disfuncion Erectil
Disfunción eréctil
La disfunción eréctil se define como la incapacidad perdurable o reiterada para lograr la suficiente rigidez del pene, y mantenerla el tiempo necesario para conseguir una relación sexual satisfactoria. El término se refiere únicamente a la capacidad de erección del pene y no implica trastornos del deseo sexual, la eyaculación o el orgasmo. Para que se determine la existencia de disfunción eréctil, la afección debe prolongarse por un mínimo de tres meses.
Tipos de disfunción eréctil
En la función eréctil intervienen diversos factores físicos y psicológicos, por lo cual la alteración de uno o más factores puede llevar a disfunción erectil. Podemos clasificarla en tres grupos:
- Orgánica: puede ser secundaria a lesiones vasculares (lo más frecuente 60-80%), neurológicas (10-20%), hormonales (5-10%) o locales.
- Psicógena: debido a una disfunción del mecanismo eréctil sin lesiones físicas.
- Mixta: debida a la combinación de factores orgánicos y psíquicos.
A quién afecta
La disfunción eréctil es un problema de salud de alta prevalencia entre los varones mayores de 40 años, y tiene una importante repercusión en la calidad de vida del varón afectado, así como en la de su pareja.
La valoración de las disfunciones sexuales del varón en la sociedad occidental, y quizá de forma especial en el medio urbano, ha aumentado de forma espectacular en los últimos años.
Por otra parte, la reciente disponibilidad de fármacos orales con un buen perfil de eficacia y seguridad para el tratamiento de la disfunción eréctil, ha transformado el abordaje diagnóstico y terapéutico de este problema.
Un estudio realizado en Estados Unidos entre 1.290 varones, de edades comprendidas entre 40 y 70 años, estimó que la prevalencia global era del 52%.
El estudio EDEM (Epidemiología de la Disfunción Eréctil Masculina), que se realizó en 2.476 varones españoles, de entre 25 y 70 años, encontró algún grado de disfunción eréctil en el 12,1%. La prevalencia en España se estima entre 1.500.000 a 2.000.000 de varones.
Factores de riesgo de la disfunción eréctil
- Edad: la probabilidad de padecer de la disfunción eréctil, así como su severidad, se incrementan conforme aumenta la edad, aunque no debe ser considerada como una consecuencia inevitable de la misma.
- Diabetes mellitus: es la enfermedad endocrina asociada con mayor frecuencia a esta enfermedad. La probabilidad de padecer disfunción eréctil es tres veces superior en pacientes con diabetes mellitus en comparación con la de la población general. El 15% de los varones sanos con disfunción eréctil presentan una sobrecarga de glucosa alterada. Los mecanismos etiopatogénicos implicados en el desarrollo de de la disfunción eréctil en los diabéticos serían vasculares, neuropáticos y por disfunción gonadal.
- Enfermedad cardiovascular: se ha demostrado la asociación de disfunción eréctil con la presencia de cardiopatía, hipertensión arterial, enfermedad vascular periférica y descenso del colesterol HDL.

- Tabaquismo.
- Secundaria a fármacos: fármacos que causan hiperprolactinemia, que disminuyen los niveles de testosterona, psicotropos y antihipertensivos.
- Secundaria al consumo de drogas: cocaína, heroína, etcétera.
- Trastornos afectivos: se han relacionado con la aparición de disfunción eréctil tanto las causas psicológicas como la baja autoestima, los conflictos de pareja, el estrés, una educación sexual muy prohibitiva, traumas o abusos sexuales en la infancia, trastornos de identidad sexual, o trastornos psiquiátricos como la depresión, la ansiedad y la psicosis.
Diagnóstico de la disfunción eréctil
El diagnóstico de la disfunción eréctil consta de dos niveles y depende de los objetivos del paciente y su pareja, así como de la edad, el estado general de salud y la condición médica del sujeto. El primer nivel es una anamnesis médica y psicosexual detallada, un examen físico completo, y una evaluación de laboratorio hormonal y básica, seguidos de la discusión de las opciones terapéuticas sin recurrir a otros estudios. Y un segundo nivel, que tiene por finalidad determinar con precisión la causa de la de la disfunción eréctil, y requiere uno o más de los siguientes estudios: consulta psicológica, prueba de la tumescencia nocturna (TPN), evaluación neurológica avanzada y estudios arteriales y venosos funcionales.
Las pruebas diagnósticas de la disfunción eréctil se dividen en muy recomendadas, recomendadas, opcionales y especializadas:
Pruebas muy recomendadas: se deben realizar en todos los pacientes, e incluyen una historia clínica completa y una exploración física.
Pruebas recomendadas: deben realizarse en la mayoría de los pacientes, y consisten en determinaciones analíticas como glucemia, perfil lipídico, testosterona libre o total, en mayores de 50 años, o más jóvenes si aparecen signos o síntomas de hipogonadismo, como disminución del deseo sexual, del volumen testicular bilateral, y de los caracteres sexuales secundarios.
Pruebas opcionales: se recomiendan en determinados grupos de pacientes, dependiendo del criterio médico, y son: hemograma, función renal y hepática, hormonas (LH, prolactina, TSH, T4 y cortisol en sangre y orina).
Pruebas especializadas: están indicadas en aquellos casos en los que sea preciso distinguir entre naturaleza psicógena y orgánica del proceso.
Son las pruebas de objetivación de la erección espontánea:
El registro de rigidez y tumescencia peneana nocturna (Rigiscan- NPT): consiste en registrar las erecciones que se producen mientras el paciente permanece dormido. El registro se ha de efectuar preferentemente durante tres noches.
Test de la estimulación visual: consiste en la visualización de films eróticos que producen una erección en la mayor parte de los hombres. La presencia de erección descarta que la causa de la disfunción eréctil sea orgánica.
Los objetivos de la evaluación diagnóstica, ya sea exhaustiva o limitada, son:
- Determinar las causas médicas y psicológicas.
- Evaluar la severidad y el grado de responsabilidad de la misma.
- Establecer una estrategia terapéutica que sea compatible con el diagnóstico específico y cumpla las expectativas del paciente y de su pareja.
Tratamientos de la disfunción eréctil
Fármacos orales.
Citrato de sildenafilo: es considerado actualmente como el tratamiento de elección en la disfunción eréctil. Precisa de deseo sexual y estimulación previa para su efecto. Las contraindicaciones absolutas de sildenafilo son:
Cirugía revascularizadora (venosa, arterial).
Implante de prótesis de pene. Las prótesis peneanas no suponen ningún tipo de actuación sobre la capacidad de orgasmo, eyaculación o deseo. Las complicaciones más frecuentes de las prótesis son: problemas técnicos, infección, problemas quirúrgicos postoperatorios y fallos mecánicos.
Terapia sexual. Y en los casos en que la causa sea orgánica (diabetes mellitus, hipertensión arterial, dislipemia, etc.) es fundamental el control óptimo de estas enfermedades.
Prevención de la disfunción eréctil
La prevención de la disfunción eréctil está orientada a evitar, en la medida de lo posible, los factores de riesgo que contribuyen a su aparición. Como hemos visto, aunque las posibilidades de padecer de la disfunción eréctil se incrementan con la edad, la disfunción eréctil no es una consecuencia inevitable del envejecimiento. Sin embargo, existen una serie de enfermedades y de hábitos nocivos, como el tabaquismo y el alcoholismo, que predisponen a padecer este problema.
Se puede, por tanto, prevenir la aparición de disfunción eréctil adoptando unos hábitos de vida saludables desde la juventud, o modificando los que sean incorrectos. Algunas medidas que se pueden tomar son:
Dejar de fumar: El tabaco dificulta la circulación sanguínea, por lo que el pene recibe un riego menor.
No abusar del alcohol: Si se trata de un abuso ocasional, los efectos inmediatos derivados de la ingesta excesiva de alcohol se traducen en que la sensación de excitación que siente el bebedor no se acompaña de la rigidez peneana habitual, es deci
r, que la rigidez es menor que cuando no consume alcohol.
Realizar ejercicio: Como en tantas otras afecciones, el sedentarismo es un importante factor de riesgo para desarrollar disfunción eréctil. El ejercicio físico practicado regularmente (como mínimo 3 ó 4 veces a la semana durante al menos 30 minutos) tiene numerosos beneficios, disminuye las posibilidades de padecer enfermedades cardiovasculares, al reducir el colesterol malo y favorecer la circulación sanguínea
Controlar el peso: El exceso de peso y la obesidad están relacionados con desórdenes metabólicos que pueden desembocar en diabetes mellitus, una enfermedad fuertemente asociada con la disfunción eréctil. Por lo tanto, es necesario seguir una dieta sana y equilibrada combinada con la práctica de ejercicio recomendada en el punto anterior, para evitar el exceso de peso y sus consecuencias indeseadas.
Descansar: La falta de horas de sueño, el estrés y una actividad excesiva, pueden bajar la libido y llegar a causar disfunción eréctil. Buscar tener más horas de descanso efectivas es vital para hacer remontar tu deseo.
No automedicarse: Determinados medicamentos pueden ocasionar de la disfunción eréctil. Nunca debe tomar medicamentos sin control médico.
Consultar al médico : Si se padece un episodio de disfunción eréctil aislado no suele ser preocupante, pero si la situación se repite es preciso acudir al médico porque el diagnóstico precoz facilita el tratamiento de la afección.
Tratar la ansiedad y la depresión : La disfunción eréctil puede estar originada por trastornos afectivos, traumas, problemas de pareja... que es necesario diagnosticar y tratar adecuadamente. Una vez eliminada la causa se eliminan también sus consecuencias.
Dr.Torres
Equipo de Urología



