Los cambios hormonales
Los cambios hormonales en la mujer a partir de los cuarenta
El factor hormonal pesa como un lastre en la vida de la mujer a partir de la adolescencia. Se le achacan, merecidamente o no, cambios de humor, irascibilidad… pero lo cierto es que las hormonas femeninas cumplen una función “protectora” en la salud de la mujer. Cuando sus niveles empiezan a descender es hora de prestar especial atención a algunas áreas de la salud femenina.
A partir de los 40 años y hasta los 54, aproximadamente, la mujer va a vivir en su cuerpo una serie de cambios que se engloban dentro de la perimenopausia y la menopausia propiamente dicha.
“La perimenopausia es un periodo impreciso en la vida de toda mujer, que se extiende desde el momento en que aparecen las primeras alteraciones del ciclo menstrual y hasta un año después de que cese la menstruación. Por tanto, la menopausia se alcanza cuando han pasado, como mínimo, 12 meses desde la última regla.
La menopausia supone el cese de la menstruación, que llega acompañado de un acusado descenso de los niveles de estrógenos y progesterona, hormonas que hasta entonces ayudan a “velar” por la salud tanto del aparato reproductor femenino como cardiovascular, e incluso de los huesos.
Alteraciones en el sangrado menstrual, (sofocos), trastornos del sueño, irritabilidad, alteraciones del estado anímico, alteraciones músculo-esqueléticas, cambios en la piel y sequedad vaginal, son sólo algunos de los síntomas de este proceso de cambio en la mujer. Señales que el cuerpo lanza y que, en el caso de las alteraciones en el sangrado, sobre todo, ponen de manifiesto la necesidad de acudir a su ginecólogo, fundamentalmente para descartar otros trastornos o patologías como pólipos, miomas o enfermedades malignas.
AUMENTAR LA VIGILANCIA
Determinados tipos de cáncer aumentan de forma considerable en la mujer a partir de los cuarenta años. Éstos son los más frecuentes:
Cáncer de mama: la mama es un órgano diana al que afecta considerablemente los cambios hormonales en la mujer. “Está claramente demostrado que su incidencia aumenta a partir de los 40 años, por ello el ginecólogo no debe desaprovechar la consulta ginecológica rutinaria, para hacer un despistaje del mismo mediante la exploración manual de la mama y la realización de la correspondiente mamografía”
Cáncer de endometrio: es el tumor maligno del aparato genital femenino más frecuente después de los 50 años. Para la detección de este tumor, el ginecólogo dispone fundamentalmente de una buena historia clínica, que incluya antecedentes familiares de la paciente, así como de la ecografía transvaginal.
Cáncer de ovario: De difícil diagnóstico y también más frecuente a partir de los 45 años. “Ningún método de los que disponemos en la actualidad nos permite un “screening” del mismo mismo, sólo contamos en la consulta con la ecografía
transvaginal para realizar su despistaje”.
Tumores de la vulva: constituyen la cuarta causa de neoplasias del aparato genital femenino. Su aparición también aumenta con la edad y su máxima incidencia está en la séptima década de la vida, “aunque últimamente se aprecia un aumento de su aparición en mujeres entre 45 y 60 años, en relación con la exposición al VPH (Virus del Papiloma Humano)”.
Incontinencia urinaria: La incontinencia es la alteración del suelo pélvico más habitual en mujeres de más de cuarenta años y condiciona negativamente la rutina diaria de la mujer, reduciendo su calidad de vida. Es más común en mujeres que han pasado por partos vaginales. “Para comb
atir esta situación, disponemos de ejercicios de los músculos del suelo pélvico, que realizados con constancia, van a mejorar mucho el cuadro y si el objetivo no se consigue, también están disponibles tratamientos farmacológicos e incluso quirúrgicos”.
CONTROL GINECOLÓGICO
El aumento en la prevalencia de determinadas patologías en mujeres de más de cuarenta años aconseja un seguimiento ginecológico que incluya, al menos, una historia clínica detallada para descubrir posibles factores de riesgo y exploración clínica de la paciente (tacto bimanual y exploración de mamas) y citología cervical y ecografía transvaginal para la detección temprana de patología uterina, endometrial u ovárica.


